La habitabilidad es correcta en la segunda fila, mientras que la tercera, como en todos los casos, es adecuada para dos niños, aunque al desplegarla el baúl queda reducido en su capacidad. En cuanto al diseño externo e interno nada cambia, es “muy” Volkswagen en todos los aspectos, con materiales correctos que brindan una percepción de calidad de buen nivel.

La posición de manejo sigue esos lineamientos y cualquier conductor encontrará la ubicación adecuada frente al volante por medio de regulaciones manuales de columna de dirección y butacas. La climatización, con salidas traseras independientes, y la insonorización se mostraron eficaces en su funcionamiento.

Respecto del confort de marcha, se lo nota algo más áspero que en la versión 4×2 con motor 1.4 TSI que evaluamos hace unos meses. Es probable que, debido a su mayor peso (200 kg plus), hayan sido reforzadas las suspensiones mediante elementos algo más rígidos.

El motor es el 2.0 TDI que equipa a varios modelos del Grupo Volkswagen, con una potencia de 150 CV que transmite a la tracción integral 4Motion en ambos ejes por medio de una caja automática DSG de siete marchas y eficiente funcionamiento, ya comprobado en otros modelos.

Ambos ejes traccionan con decisión y bajo cualquier circunstancia el Tiguan es previsible. Tanto en curvas de asfalto como en caminos de tierra, el sistema transmite seguridad al conductor, manifestando un comportamiento dinámico que va más allá de lo que se espera de un SUV de su segmento.

Considerando su peso en vacío de 1,7 toneladas y la penalizada aerodinámica de un SUV, su consumo es realmente austero. Esto, sumado a un tanque de 58 litros, le permite una autonomía de casi 1.000 kilómetros en ruta a esa velocidad.