El interior está personalizado mediante un toque deportivo, butacas de buena sujeción y regulación manual múltiple, al igual que la columna de dirección de reglaje doble, permitiendo una más que correcta posición de manejo con un generoso apoyapié a la izquierda de la pedalera. Los mandos están a mano y el ordenador de a bordo ofrece prolífera información.

En el equipamiento de confort se destaca el sistema de arranque a botón, salidas traseras del climatizador bizona, techo solar levadizo, navegador táctil y luces diurnas de LED. La dotación de seguridad está compuesta por controles electrónicos de estabilidad, tracción y bloqueo de diferencial (EDL), siete airbags incluyendo de rodilla para el conductor, anclajes Isofix, ayuda de arranque en pendiente, faros bixenón direccionales y sensores de lluvia y estacionamiento (trasero con cámara).

Por supuesto que las cualidades del GTI se ponen de manifiesto cuando se lo exige, situación en la que afloran sus virtudes dinámicas. La caja DSG permite utilizarla en modo Sport desde el selector convencional o accionando las levas detrás del volante. Las ayudas electrónicas (ESP/ASR) se desconectan por completo y recién entran en acción ante una situación de emergencia, no antes. Por su parte, el motor cumple con su función. Entrega toda la potencia en forma contundente hasta llegar al corte a las 6.500 rpm y el paso de las marchas se produce en centésimas de segundo. La decena de giros en el trazado de Arrecifes permitió analizar su comportamiento sin las ayudas, dejando claro que tracciona con una eficiencia sorprendente, sin patinamiento del eje delantero y con adherencia total en todo momento. Lo que más llama la atención es que no tiene tendencias definidas a sub o sobrevirar, simplemente desliza sobre las cuatro ruedas obedeciendo las órdenes que se le imparten y manteniendo la trayectoria ideal elegida por quien lo conduce. Un comportamiento sin vicios, divertido, eficiente y previsible que transmite plena seguridad.