Una vez adentro, luego de doblarnos ligeramente por su un ingreso conflictivo y bajo, nos encontramos con un puesto de mano típico de la marca bávara, minimalista y con predominio del gris. La butaca, con doble regulación y el tablero abúlico, confirma que estamos a bordo de un BMW.

Atrás, con 2,69 entre ejes, el espacio es correcto para dos adultos (mejor de piernas que a lo alto) con una quinta plaza que es algo más rígida pero cuenta con cinturón inercial y apoyacabezas (tipo coma), con lo cual la visibilidad no se ve comprometida, pero tampoco es excelsa, debido a una luneta de reducidas dimensiones. En cuanto al baúl, correctos 360 litros y bajo ese piso nada, ya que, como buen BMW, utiliza neumáticos Run Flat.

Este 118 se apoya en el paquete Sport, que suma algunos detalles y funcionalidades interesantes. En primer lugar, incorpora piezas rojas y negro brillante en el exterior, interior, llave y espejos, butacas con ajuste lumbar eléctrico, tablero con escala en rojo y molduras específicas. El look lo completan las llantas de 17”.

Por el lado de la seguridad, el kit básico contempla controles activos de seguridad y seis bolsas de aire. Podríamos pedirle ADAS o algún alerta de punto ciego.

En cuanto a la multimedia, pantalla “flotante” de 6,5” sin conectividad más que el Bluetooth. Un tamaño y funcionalidad (cuenta con la “ruedita” iDrive) algo quedados en el tiempo.

Bajo el capot, un tres cilindros ligeramente rumoroso que cumple muy bien su trabajo de movilizar al 118. Con 136 CV (90 CV/litro) entrega buenas prestaciones (baja la barrera de los diez segundos en el cero a cien) y mejores consumos, ya que en ciudad alcanza, con furia, los 9 l/100 km. Si tu idea es cuidar el bolsillo más que romper cronómetros, esta combinación de motor y caja es ideal.

Y justamente hablando de esto, la transmisión es una automática (tradicional, monoembrague) de 8 velocidades que contribuye a no quemar combustible de más.

Todo el trabajo lo hace en conjunto con el Driving Experience Control que, mediante la selección del tipo de manejo, puede contribuir a ser eficiente (con un pasaje de marchas veloz) o algo más performante. En el medio, Individual, con el que se puede malear varias de las gestiones a gusto. Mención especial para los relojes digitales de la pantalla, que entregan data “pistera” para acompañar el momento.

En el día a día la tracción trasera no te va a cambiar la ecuación, pero sí tiene sus ventajas como mejor balance, comportamiento dinámico y aceleración. Los resortes acompañan soberbiamente al 1.5, ya que cuenta con una dualidad impropia de un extrazona: en ciudad se banca el trajín casi como un regional y, aunque calza 17” con un fino talón de 45, el rebote es bueno debido al esquema independiente trasero y a la calibración del conjunto.

A la hora de las maniobras, una buena y progresiva asistencia a la dirección, que se complementa con sensores delanteros y traseros (no tiene cámara).